Se avecina el cambio… Y logro reconocerlo finalmente, tengo
miedo… Pero a qué?
Siempre he vivido condicionada, censurada; siempre haciendo,
pensando e incluso sintiendo de manera restringida, al margen de los demás (del
qué pensarán de mí, cómo los hará sentir si hago o digo tal o cual cosa)… Pero
ya estoy cansada, ahora digo basta… Basta de limitarme a mí misma, de negarme a
mí misma. Voy a reconocer de ahora en más, siempre humildemente, quién soy, sin
estar pendiente de quien se ofende por quién soy, quien se desvaloriza por
quién soy, porque finalmente logré visualizar que yo no puedo regular eso en los demás, no
depende de lo que yo haga o deje de hacer la manera en la que los demás se sienten en relación a mí.
Soy consciente de que puedo sonar egocéntrica, pedante, soberbia aquí entre mis líneas,
pero hay otra manera de enfrentar esta revelación, de acallar el fuego que está ardiendo en mi interior. Me urge de manera vital exteriorizar esto, reconocer quién soy, cómo soy… necesito
expresar lo que pienso de mí misma sin estar pensando en cómo se sentirán los
demás con respecto a esto. Y probablemente, quizás mi más grande miedo sea
reconocer mi grandeza y lo que esto puede despertar en mí y en mi entorno.
Pero soy grande, soy
fuerte, soy una guerrera. Basta de falsa humildad, de desvalorizarme, de
naturalizar la complejidad, dureza y fortaleza de mi proceso. Desde mi
nacimiento he logrado trascender las pruebas que la vida me tenía deparadas.
Veintisiete años de sufrimiento, perdón y gloria, y no voy a flaquear ahora, no voy a
desvanecer ahora que todo está viento en popa, ahora que me toca reconocer y
festejar mi triunfo vital y personal. Soy fuerte, soy inteligente, soy solidaria, soy
atrapante, soy interesante, soy opulenta de espíritu y dadivosa de energías
buenas… Soy todas esas cosas y muchas más , pese a quien le pese. Ya no puedo cargar
más con cruces ajenas, ahora voy a hacerme cargo de mis virtudes, mis defectos,
mis fracasos y mis glorias. Voy a hacerme cargo de mi luz. Porque soy el fruto
de todas mis batallas, soy la semilla y el fruto… Soy todas las cosas que la
vida me enseñó, soy el aprendizaje universal en constante cambio y
florecimiento. Soy vida, muerte, amor y paz. Soy luz oriunda de las sombras más
oscuras. Soy el sol después de la
lluvia. Soy l oruga transmutada en mariposa. De estar estamos todes, pero..¿ quienes
trascendemos el estar y llegamos a Ser (independientemente de la mirada del
otre)?. No es un camino sencillo ni fácil de encontrar, pero finalmente estoy
aprendiendo a Ser y no sólo estar en este mundo.
Porque sólo podemos ser aquello que realmente vinos a Ser en este mundo, somos
nuestra propia esencia. Y cuando realmente reconocemos esa esencia todo se
alinea perfectamente, todo cobra un sentido tan puro como el cristal, todo
fluye como el agua fluye naturalmente a su cause, más allá de las rocas, los desniveles, las turbulencias y
las contracorrientes. Vinimos a sanar, somos perfectos en lo más profundo…
Somos carbones esperando ser transformados en cristales. Todo aquello que tenemos
de impuro, aquellas debilidades, limitaciones, miedos… nada de esto es
realmente nuestro; lo venimos arrastrando de generación en generación, de vida
en vida. Nuestra verdadera esencia, la que nos permite Ser, es aquella que
queda al desnudo cuando nos liberamos de todo aquello que nos es ajeno, de lo
impuesto, de lo naturalizado como propio (valores, hábitos, creencias, etc), de todo aquello que nos aliena y nos aleja de nuestro verdadero propósito universal.
Basta con aprender a desvestir nuestra alma para dejar de resistirnos y sufrir; para lograr Ser.